Tomar una ducha es una actividad clave para eliminar impurezas y bacterias, prevenir enfermedades de la piel y mantener el bienestar emocional.
El agua caliente, por ejemplo, relaja los músculos y reduce el estrés.
No obstante, hay quienes experimentan una falta de interés o una resistencia a ducharse, lo que puede deberse a factores psicológicos y emocionales según la edad y el contexto de cada persona.
Resistencia infantil: el "no" como afirmación de autonomía
En el caso de los niños, la negativa a ducharse puede estar relacionada con su etapa de desarrollo.
Según el psicólogo Borja Quicios, muchos atraviesan la fase de la "edad del no", en la que rechazan rutinas impuestas como una forma de afirmar su independencia. Además, experiencias negativas, como resbalarse en la tina o sentir el agua demasiado caliente, pueden generar rechazo.
Algunos niños también desarrollan miedos irracionales, como la idea de ser absorbidos por el desagüe, lo que puede contribuir a la ansiedad frente al baño.
Para ayudarles, los expertos recomiendan introducirlos de manera gradual al agua y evitar forzarlos, transformando la ducha en una actividad positiva y segura.
La falta de interés a ducharse puede deberse a factores psicológicos y emocionales | Getty Images
Adolescentes y adultos: entre la pereza y la depresión
En la adolescencia, evitar la ducha puede deberse a simple desinterés o pereza, pero también puede estar asociado a problemas emocionales más profundos.
La psiquiatra Lindsay Standeven, de Johns Hopkins Medicine, explicó a The New York Times que la falta de higiene es común en personas con depresión, ya que este trastorno puede generar fatiga extrema, dificultando tareas básicas como ducharse.
La psicoterapeuta Christine Judd, especialista en salud mental en Australia, agrega que, aunque alguien con depresión quiera bañarse, la falta de energía puede ser un obstáculo.
Además, el estigma y la vergüenza por no mantener la higiene pueden impedir que busquen ayuda, perpetuando un círculo de baja autoestima y descuido personal.
Otras personas simplemente perciben la ducha como una pérdida de tiempo o no la consideran una prioridad, especialmente en momentos de alto estrés o carga laboral.
Si no sienten que su cuerpo esté particularmente sucio, pueden postergar el baño sin considerar sus beneficios.
Ablutofobia: el miedo irracional al baño
En casos más extremos, algunas personas sufren de ablutofobia, un miedo intenso e irracional al baño o a actividades de higiene personal.
Según la revista Muy Interesante, esta fobia suele manifestarse entre los 7 y 11 años, coincidiendo con el periodo de mayor prevalencia de fobias específicas en la infancia. Sin embargo, en adultos puede tener consecuencias más graves, afectando su salud, vida social y laboral.
Las causas de la ablutofobia pueden estar relacionadas con experiencias traumáticas o con la observación de comportamientos similares en la infancia.
Identificar este trastorno a tiempo y buscar tratamiento es clave para evitar su impacto negativo.
En definitiva, evitar la ducha puede ir más allá de una simple decisión y tener raíces psicológicas o emocionales.
Comprender estas razones es fundamental para abordar el problema con empatía y encontrar soluciones adecuadas.