Editorial

Crítica de Cine: “DÉBORA, tu delirio es ser una artistas”

Parte de la primera obra audiovisual de la compañía de teatro Amateur, esta película sumerge al espectador en un trance mental.

Proyecto Nuevo (33)
Ignacio Núñez

El pasado miércoles se estrenó DÉBORA, dance film psicopatológico, performático y experimental.

La película

“¡Vamos Débora, pégale a la vida, pégale a la vida, vamos Débora!” (Fragmento de la película).

Cámara a plano medio y general: Se ve a una mujer en una pieza, baila lentamente, circula por el espacio. Está en una casa de Valparaíso, ciudad puerto. Se escuchan las olas mientras una percusión retumba al unísono. A continuación, otra toma, está en la cama, recostada, mirando el techo. Tensa, suspendida en el tiempo -sus recuerdos la acompañan-. Se enfoca a otra persona en el pasillo de la casa, luego, ella nuevamente, sola en la cama sin más que sus pensamientos.

Así comienza DÉBORA. Un viaje interpersonal, “una historia real y a la vez ficticia, la que experimenta el estado psíquico de un ser fantástico, atrapado en sus cárceles mentales.  Limitado social, física y emocionalmente durante la pandemia, perdiendo su total identidad”, la define el sustento de este filme. Un juego de emociones unidas por la danza.

En  60 minutos, el largometraje dirigido por el artista escénico y director coreográfico Marco Ignacio Orellana, nos lleva a reflexionar en torno a la salud mental,  a través de un diálogo corpóreo, casi ausente de palabras en su guión.  Falta que se deja inadvertida tras los movimientos físicos. La música define el juego de emociones que fluctúa en cada coreografía. No hay una linealidad en el tiempo, anacrónicamente DÉBORA baila al ritmo hasta envejecer, sin darse cuenta.

“DÉBORA, tu delirio es ser una artista”, afirma Orellana antes de que inicie la película en la sala A1 del Centro Cultural Gabriela Mistral. Para luego sumergir al espectador en un trance mental que nos invita a preguntarnos cómo es vivir con  trastorno bipolar.  Junto a cuerpos interactivos, anatómicamente diversos, que -colectivamente- provocan altibajos emocionales en la mente de la protagonista y el público.  Cuerpos que comparten escena, entrelazados, trasgrediendo limites en una suerte de performance que guarda registro en la misma película.

DÉBORA, salud mental y pandemia.

La obra exige la necesidad de visibilizar la salud mental, fuertemente deteriorada por la pandemia. El «Termómetro de la Salud Mental en Chile», realizado por UC y ACHS en abril de 2021,  indica que un 23,6% de los chilenos presenta sospechas o problemas de salud mental. Mientras que  el 45,9% evalúa que su estado de ánimo es peor o mucho peor que antes de la pandemia, asegura Ciper

Agregan que en octubre de 2021, en la prestigiosa revista Lancet, publicó que se estima que los trastornos depresivos han aumentado un 27,6%; y los de ansiedad, un 25,6%.  Se realizó a partir del análisis de bases de datos de 204 países —incluidos los latinoamericanos—, comparando la prevalencia de éstos previo a la pandemia y lo que se espera posterior a esta. Lo que evidencia aún más la necesidad de hacerse cargo de quienes pertenecen a este segmento de la población.

DÉBORA se inspira en la vida de la artista Amapola Cid, protagonista  de la película y diagnosticada con trastorno maniaco depresivo hace cuatro años. Al finalizar la cinta,  Cid se presenta ante la audiencia para  afirmar "El argumento de DÉBORA se basa en mi biografía en particular, pero responde al irreversible caos mental que la unidad completa padece, porque todos somos DÉBORA(...)". "La medicación sirve, pero el arte salva. Eso no es novedad. Pero siempre es novedoso cuando vuelve a meter la cola y hace flaquear a la acción del salto y negocia, con una nueva hoja en blanco, para volver  a intentar trazos".

Finalmente sentencia "De esa última trazo me fue posible DÉBORA, todo un premio al escuerzo ante tanta calamidad. Una tarde de enero me dijo textual: loca, además de seguir por tus animales, sigue por tu arte. Esta tarde de 30 de noviembre de 2022, yo me dijo a mi misma: que bueno que no me mandé el salto, porque este dance film no existiría para todos los ojos que se visualizaran como DÉBORAS, también trastornadas". 

Sin lugar a duda, una película experimental, autogestionada y grabada en pandemia, que invita a conocer los nudos del desorden mental.


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