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Enterrado vivo: Joven salió a carretear y sus amigos lo sacrificaron a la Pachamama

El joven no pensó que su noche terminaría así cuando un amigo lo invitó a tomarse unas cervezas.

Entierro Pachamama
Captura

Hay pocas cosas más aterradoras que ser enterrado vivo. Eso fue lo que le ocurrió a un joven boliviano tras pasar un buen rato con unos amigos, sin imaginarse lo que vendría y cómo la Pachamama estaría involucrada.

Víctor Hugo Mica Álvarez, de 30 años denunció que concurrió a una fiesta por la Pachamama en Bolivia y, tras beber alcohol, se despertó dentro de un ataúd. El sujeto había asistido a los festejos de la zona Villa Victoria en La Paz, donde se encontró con un conocido que lo invitó a sumarse a su carrete.

“Me dijo ‘te invito una caja de cerveza’. Me invitó un vaso y ya no recuerdo nada”, dijo el hombre al medio Perfil, donde relató que tras esto despertó enterrado en un ataúd.

Pero, ¿cómo y por qué pasó esto? Las explicaciones son más que extrañas y fueron parte de la acusación que hizo la víctima ante las cámaras.

Ofrenda a la Pachamama

El sujeto relató que cuando abrió los ojos tras perder el conocimiento, “pensaba que estaba durmiendo en mi casa, me quería levantar, pero ya estaba en el ataúd, no podía moverme, rompí el vidrio, porque a mi alrededor había tierra nomás y el cemento estaba fresco”.

Y agregó que “cuando me levanté he aparecido en unos terrenos, en Achacachi, todo con cemento”, señalando que “me han querido meter de sullu”. Sullu es una palabra quechua que se refiere a distintos objetos que se dan como ofrenda a la Pachamama.

Durante el mes de agosto esa localidad celebra a la Pachamama y por eso “se realizan ‘ofrendas’ en comercios, negocios, construcciones u otras actividades, como forma de agradecimiento y pedido de prosperidad a la diosa Madre Tierra”, explicaron en el mismo sitio de noticias.

El joven boliviano acusó que la policía no le dio importancia a su relato, pese a que terminó su noche de carrete no sólo lleno de cemento y tierra, sino que además con heridas en manos y rostro, y sin recordar cómo culminó dentro de un ataúd.


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