
El 8 de mayo de 1970 se lanzó Let It Be, el último álbum de estudio de The Beatles.
No fue el último que grabaron —ese fue Abbey Road, en 1969—. Pero sí el que cerró oficialmente la historia del cuarteto más influyente del siglo XX.
Su aparición coincidió con un momento clave. Días antes, Paul McCartney anunciaba su salida del grupo, y con ella se formalizaba la disolución pública de la banda.
Editado en Reino Unido como su duodécimo álbum y en Estados Unidos como el décimo tercero, Let It Be llegó con canciones que hoy son esenciales en el cancionero de los Beatles. Get Back, The Long and Winding Road, Across the Universe y la propia Let It Be, que daría nombre al disco y se convertiría en símbolo de despedida, introspección y resiliencia.
Let It Be: un disco concebido entre tensiones y cámaras
Lo que terminó siendo Let It Be comenzó como Get Back, una idea impulsada por McCartney para volver a las raíces: grabar un álbum en vivo, sin sobregrabaciones, y cerrar con un gran concierto. El grupo —ya sin presentaciones en vivo desde 1966— barajó opciones excéntricas para ese show final: desde hacerlo en un barco navegando hasta un anfiteatro romano.
Para registrar el proceso, convocaron al director Michael Lindsay-Hogg, quien comenzó a filmar los ensayos en enero de 1969. La tensión era evidente. Las cámaras captaron discusiones, gestos de desinterés y momentos incómodos que reflejaban el deterioro interno de la banda. Lennon parecía cada vez más distante, George Harrison frustrado y Ringo Starr simplemente cansado. La presencia permanente de Yoko Ono junto a John Lennon sumó incomodidad, mientras McCartney intentaba mantener el rumbo.
Ese material filmado derivó en la película Let It Be, que se estrenó junto al disco en 1970. Y ganó un Oscar a mejor banda sonora. Pero el resultado musical no fue inmediato. Tras varias semanas de ensayos fallidos y roces, el proyecto fue abandonado en favor de Abbey Road, que se grabó meses después y se publicó en septiembre del ‘69.
Let It Be permaneció en espera hasta abril de 1970, cuando el productor Phil Spector —conocido por su "Wall of Sound"— tomó las cintas originales y le dio un enfoque orquestal que dividió opiniones. Especialmente McCartney expresó su malestar con la versión final, en particular por los arreglos agregados a The Long and Winding Road, sin su aprobación.
Entre el éxito comercial y la incomodidad crítica
Pese a la controversia, Let It Be fue un éxito. Alcanzó el número uno tanto en Reino Unido como en Estados Unidos y vendió millones de copias. Los sencillos Get Back, Let It Be y The Long and Winding Road/For You Blue dominaron las radios y consolidaron el impacto del álbum más allá de sus conflictos internos.
No obstante, la crítica no lo recibió con el mismo entusiasmo que otros trabajos del grupo. En parte por el contexto de su publicación —cuando la ruptura era una herida abierta— y en parte por la producción irregular, que contrastaba con la cohesión lograda en álbumes como Revolver o Sgt. Pepper's.
Con el tiempo, el disco fue revalorizado. En 2020, la revista Rolling Stone lo ubicó en el puesto 342 de su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos. Y en 2021, el cineasta Peter Jackson estrenó The Beatles: Get Back, un documental que revisita las sesiones originales con material inédito y un enfoque más amplio que el filme de 1970.
La serie, disponible en Disney+, permite entender los matices del proceso creativo y las tensiones del grupo sin caer en el mito de la destrucción absoluta.
La portada de Let It Be, con los rostros de cada miembro en cuadros separados, también se convirtió en una imagen icónica. Se recreó decenas de veces en series, películas y homenajes musicales, reflejando el carácter fragmentado de la etapa final del grupo.