En las últimas semanas, el concepto de “Martes de Pololeo” comenzó a circular con fuerza en redes sociales, despertando curiosidad y comentarios entre quienes buscan nuevas formas de cuidar la vida en pareja. Lo que hoy se presenta como una dinámica romántica y cercana, tuvo su origen en el mundo de la política y, más específicamente, en la vida personal del presidente electo de Chile.
La idea es simple pero poderosa: reservar un día fijo a la semana para compartir exclusivamente en pareja, sin interrupciones, compromisos externos ni distracciones tecnológicas. Un espacio protegido para conversar, reencontrarse y fortalecer el vínculo.
El origen de una rutina poco común en la política
Según consigna Radio Imagina, la práctica nació cuando José Antonio Kast y su esposa, María Pía Adriasola, aún eran novios. En ese entonces, ambos enfrentaban agendas exigentes que dificultaban encontrar tiempo de calidad juntos. Fue en ese contexto que un consejo externo marcó la diferencia.
Según relató Adriasola, un amigo cercano le sugirió a Kast algo concreto y muy acorde a su personalidad organizada: agendar una reunión semanal con la persona más importante de su vida. Así nació el “Martes de Pololeo”.
“Era un momento de exclusividad. Sentí que tenía un espacio real dentro de una agenda muy ocupada, y eso fue clave para mí”, explicó la esposa del mandatario electo.
Una cita marcada en la agenda… literalmente
Desde entonces, cada martes a las 7 de la tarde aparecía bloqueado en la agenda de Kast como “reunión con Pía”. Con el tiempo, amigos y colegas entendieron que ese horario era intransable. Incluso en el ámbito político, se respetaba ese espacio destinado exclusivamente a la vida personal.
La dinámica también fue comprendida por la familia. Sus nueve hijos asumieron la regla con naturalidad: ese día, los padres conversaban a solas. “No entraba nadie, porque estaban pololeando”, relataron.
De hábito personal a fenómeno viral
Hoy, el “Martes de Pololeo” se ha transformado en una inspiración para muchas parejas, demostrando que incluso en contextos de alta exigencia, el amor también puede, y debe, tener un espacio reservado.
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