Más allá de los filtros, el glamour y las historias de likes en Emily in Paris, Lily Collins apuesta por lo atemporal. Una película que, según ella misma, podría ver “por siempre”.
En una conversación que se mantiene vigente desde su entrevista con Backstage, la actriz británica destacó a The Breakfast Club (1985). El clásico de coming-of-age dirigido por John Hughes, como su cinta favorita de todos los tiempos.
Este filme de Universal Pictures, que celebra más de 40 años desde su estreno, narra un sábado de castigo que une a cinco estudiantes de diferentes tribus escolar, el deportista, la princesa, el intelectual, el rebelde y la marginada. Obligándolos a confrontar prejuicios, expectativas familiares y la propia identidad.
“Los personajes son tan reales, el diálogo es extraordinario. Te sientes conectado con cada uno”, dijo Collins sobre la película. Destacando cómo la autenticidad de sus personajes ha superado las décadas.
El lazo entre Collins y el cine ochentero
Aunque Lily nació en 1989, el último tramo de la década de los 80, un período que marcó la cultura pop mundial, parece haber moldeado parte de su gusto cinéfilo.
El impacto cultural de filmes como Pretty in Pink, Sixteen Candles y The Breakfast Club no solo definió a una generación de cineastas. También dejó huellas profundas en espectadores posteriores, incluida Collins.
A diferencia de la estética ultramoderna de producciones como Emily in Paris, donde los personajes parecen hipnotizados por sus teléfonos y redes sociales, la película que Lily prefiere centra su magnetismo en la vulnerabilidad humana y las conexiones reales entre jóvenes de mundos distintos.
¿Un clásico intocable o cuestionable bajo la lupa contemporánea?
No obstante, el debate alrededor de The Breakfast Club también ha evolucionado. Actores como Molly Ringwald, ícono de la película, han señalado que algunos elementos no han envejecido bien en términos de representación y dinámicas sociales.
Ringwald ha explicado públicamente que el filme, aunque querido, refleja las limitaciones de su tiempo, incluyendo una notoria falta de diversidad, y que una reinterpretación contemporánea debería abordar estos vacíos.
A pesar de estas críticas, la cinta sigue vigente: es reconocida por instituciones como la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por su valor cultural e histórico, y mantiene altos índices de aprobación en plataformas críticas especializadas, según consignó Far Out.
Un puente entre generaciones
Para Collins, The Breakfast Club representa un puente entre generaciones. “Cuando puedes tomar un diálogo increíble y hacerlo realmente tuyo, no me imagino a ningún otro actor interpretando esos personajes”, afirmó. Subrayando el valor esencial que ve en las historias bien contadas.
En una industria saturada de estrenos efímeros, nostalgia reciclada y formatos cortos, la elección de Collins revela algo más profundo. El cine verdaderamente bueno no envejece, cambia contigo.
Y para una actriz cuya carrera abarca desde la comedia ligera hasta dramas introspectivos, el valor de esa honestidad narrativa no es un detalle menor, sino una brújula artística.
