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Control digital y celos disfrazados de amor: las nuevas formas de violencia en el noviazgo juvenil

Un reciente análisis académico advierte que estas conductas no son simples diferencias generacionales ni hábitos inofensivos

Noviazgo Juvenil
Getty Images

Lo que antes se entendía como una relación basada en confianza y afecto, hoy enfrenta un nuevo desafío: el control digital.

Entre adolescentes y jóvenes adultos, revisar el celular de la pareja, pedir contraseñas y vigilar cada interacción en redes sociales se ha vuelto una práctica cada vez más frecuente, peligrosamente legitimada bajo la idea de que los celos son una prueba de amor.

La tendencia que afecta negativamente al amor juvenil

Un reciente análisis académico liderado por José Sánchez Santamaría y Fátima María López Garrido, publicado en The Conversation, advierte que estas conductas no son simples diferencias generacionales ni hábitos inofensivos. Por el contrario, se configuran como señales tempranas de violencia psicológica que afectan directamente la autoestima, el bienestar emocional y la autonomía de los jóvenes involucrados.

El estudio revela datos que resultan alarmantes: más de la mitad de los encuestados justifica algún tipo de agresión motivada por celos. Específicamente, los datos arrojan un 56,6% en los hombres y un 50,5% en las mujeres.

Además, dos de cada tres jóvenes admiten haber modificado su comportamiento para evitar conflictos, lo que evidencia una dinámica de vigilancia constante que limita la libertad personal. Aún más preocupante es que cerca de un tercio considera normal compartir contraseñas con su pareja

El poder de las redes sociales

Las redes sociales han sido el escenario perfecto para intensificar estas prácticas. En el marco del proyecto nacional I+D “Violencia en la Pareja Adolescente (PreViA)”, se advierte que plataformas como Instagram, TikTok y WhatsApp han multiplicado los puntos de control. Estas van desde revisar a quién se le da “like”, hasta exigir explicaciones por comentarios, publicaciones o tiempos de conexión. Este tipo de monitoreo, muchas veces invisibilizado, se ha convertido en una forma de violencia silenciosa, normalizada y difícil de detectar.

Los autores subrayan que los mitos del amor romántico dan sustento a estas prácticas. Lo que parece una muestra de interés es, en realidad, una invasión progresiva de la intimidad.

Detectar estas señales a tiempo es clave. La conversación sobre violencia de pareja ya no puede limitarse al plano físico: hoy, gran parte del daño comienza con un clic.


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