Cada vez son más las familias y grupos de amigos que, en estas fiestas de fin de año, están dejando atrás los menús tradicionales para apostar por una experiencia distinta: la cocina coreana.
Lo que antes era considerado exótico hoy se ha transformado en una alternativa festiva, compartida y llena de simbolismo.
De tendencia a tradición festiva
Según explica Alexander García, chef y socio del restaurante Koychi, diciembre se ha convertido en uno de los meses donde más se consolida este fenómeno. “Cada vez más personas arman su cena completa de Navidad o Año Nuevo con platos coreanos”, comenta, destacando que la propuesta conecta muy bien con celebraciones grupales.
El formato al centro de la mesa, la mezcla de sabores y la posibilidad de compartir hacen que esta cocina encaje de forma natural en reuniones familiares y encuentros entre amigos.
El trío más pedido para cerrar el año
Entre las combinaciones favoritas aparece un clásico que ya se repite en muchas mesas: japchae, pollo mixto doble y empanaditas kum mandu. Para García, esta selección “funciona perfecto” en contextos festivos, ya que equilibra texturas, temperaturas y niveles de intensidad.
El japchae, elaborado con fideos de camote salteados junto a verduras, puede complementarse con pollo, tofu, mariscos o bulgogi, carne marinada con soya, pera, jengibre y ajo. Además de su sabor, tiene un valor simbólico: en Corea, los fideos largos representan prosperidad y larga vida, por lo que es ideal para comenzar el año.
Entradas livianas y platos para compartir
Las kum mandu, empanaditas rellenas de tofu, verduras o cerdo, aportan aromas reconocibles de la cocina asiática. Son livianas y perfectas para abrir la cena sin excesos.
En tanto, el pollo mixto doble es uno de los grandes protagonistas. Crujiente y brillante, combina dos salsas tradicionales: ganjang (soya dulce) y yangnyeom (picante-agridulce). Su carácter compartido lo convierte en un plato central ideal para celebraciones.
Cómo armar una cena coreana perfecta
El chef recomienda un orden simple: comenzar con las kum mandu, seguir con el japchae y cerrar con el pollo frito. “Cada plato aporta un contraste distinto, lo que hace la experiencia más entretenida”, explica.
Para el brindis final, sugiere el somaek, mezcla de soju y cerveza, muchas veces rebajada con agua. Un gesto que resume la filosofía coreana: celebrar con sabor, pero cuidando el cuerpo.
Así, las cenas coreanas se consolidan como una alternativa innovadora, sabrosa y cargada de sentido para despedir el año de una forma distinta en Chile.
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