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“Una computadora no tiene alma”: Jenna Ortega enciende Marrakech con su postura ante la IA

Jenna Ortega alerta en Marrakech que la IA amenaza la esencia humana del cine, desatando un fuerte debate junto a Bong Joon Ho y Celine Song.

Jenna Ortega
Getty Images

Jenna Ortega avisa en Marrakech. La IA despierta “miedo” pero no puede suplantar el alma del arte.

En la apertura del 22º Festival Internacional de Cine de Marrakech, la actriz Jenna Ortega. Miembro del jurado presidido por Bong Joon Ho, lanzó una advertencia dual sobre la inteligencia artificial.

“Es muy fácil tener miedo” ante la “profunda incertidumbre” que la IA trae al cine, pero “hay ciertas cosas que simplemente no es capaz de replicar”, subrayó, evocando la imagen de una “caja de Pandora” abierta por la tecnología.

La postura de Jenna Ortega ante la IA en la industria del cine

Ortega defendió la belleza de la imperfección humana: “hay belleza en la dificultad y en los errores, y una computadora no puede hacer eso.

Una computadora no tiene alma”, afirmó, y planteó la esperanza de que la polémica sobre la IA provoque un “nuevo despertar” artístico que proteja la esencia humana de la creación, según consignó Variety.

Bong Joon Ho, presidente del jurado, coincidió en que la llegada de la IA puede obligar a la humanidad a “reflexionar seriamente” sobre lo que solo los humanos pueden hacer. Aunque bromeó con organizar “un escuadrón militar” para “destruir la IA en todo el mundo”. Una réplica que encendió risas pero también el debate sobre medidas culturales frente a la automatización creativa.

Las declaraciones tuvieron lugar en un jurado compuesto por figuras de peso, Anya Taylor-Joy, Celine Song, Julia Ducournau, Karim Aïnouz, Hakim Belabbes y Payman Maadi, reunido en Marrakech entre el 28 de noviembre y el 6 de diciembre, donde la programación incluye homenajes y títulos internacionales como el filme inaugural de Gus Van Sant y proyecciones de Chloe Zhao y Maryam Touzani.

La cineasta Celine Song fue más tajante: “¡al diablo con la IA!”, dijo. Acusándola de colonizar la mente colectiva y destruir con rapidez el tejido humano que los artistas buscan defender.

Sus palabras completan un coro crítico en el festival que convierte a Marrakech en un termómetro cultural para la relación entre tecnología y creación.


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