Roger Waters inició The Wall durante la gira In the Flesh (1977), empujado por la sensación de distancia y rechazo que le provocaban las audiencias y por episodios de confrontación que marcaron aquella época.
Esa idea, un protagonista que construye un “muro” psicológico para protegerse del mundo, se transformó en un álbum doble que concentra miedo, rabia y autobiografía en 26 canciones y que, casi desde su salida, fue tanto un éxito masivo como la semilla de la ruptura interna del grupo.
The Wall: un éxito inexorable… y fragmentador
Musicalmente, The Wall alberga hits tan masivos como “Another Brick in the Wall (Part II)”, que alcanzó el número uno en varios países y se convirtió en el sencillo más comercial del álbum, y piezas íntimas y oscuras, “Comfortably Numb”, “The Trial”, que exponen el costado más personal de Waters.
El disco alcanzó el número 1 en Estados Unidos y permaneció 15 semanas en lo más alto. Además de vender decenas de millones de copias. Su doble estatus multiplicó los conteos de certificaciones y cimentó su lugar en la historia del rock.
Pero la creación del disco fue también la confirmación del predominio creativo de Waters. Él firma la mayor parte del material, puso el relato y el guion y, según múltiples reportes de la época, gestionó el proyecto con mano firme.
El resultado fue una pieza de enorme coherencia temática, aislamiento, escuela, pérdida paternal, fama destructiva que, sin embargo, se gestó con los miembros casi separados en el estudio.
Richard Wright fue despedido como miembro activo durante la producción y sólo regresó como músico de gira. Gilmour aportó coautoría y voz en algunos de los cortes más accesibles, pero el músculo narrativo y dramático fue, en esencia, de Waters.
La producción y su escala escénica
La ambición del álbum incluyó componentes teatrales. La gira de The Wall (1980–1981) presentó un muro físico que se levantaba y demolía sobre el escenario. Una puesta técnica que convirtió cada función en un espectáculo monumental. Pero también en una gira limitada, solo se dieron 31 conciertos en cuatro ciudades (entre ellas Los Ángeles, Uniondale, Dortmund y Londres).
Esa complejidad logística y la reticencia de Waters a continuar en la carretera motivaron que la promoción en vivo fuese excepcional y selectiva.
Pink Floyd: Cine, Berlín y secuelas
La narrativa del álbum se adaptó al cine en 1982 bajo la dirección de Alan Parker y con Bob Geldof como Pink. La película, surrealista, violenta y visualmente potente, consolidó la mitología de The Wall pero dejó también un rastro de tensiones entre sus creadores, que la describieron en distintas entrevistas y reportajes como una experiencia difícil y a ratos “lamentable”.
A su vez, Waters montó en 1990 una versión monumental de The Wall en Berlín para conmemorar la caída del muro real. Y en 1983 Pink Floyd publicó The Final Cut. Un disco que muchos consideran continuación y que adelantó la salida definitiva de Waters de la banda.
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