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RESEÑA Primal Scream en el Teatro Coliseo: un viaje espiritual al templo del sonido

El pasado 6 de noviembre de 2025, la reconocida banda de rock escocesa transformó el concierto en un verdadero espacio de comunión

Primal Scream
vtoroa

La noche del 6 de noviembre, el Teatro Coliseo se convirtió en un templo del sonido.

Con una propuesta que trasciende el rock y se sumerge en lo atmosférico, Primal Scream ofreció en Santiago un show que fue mucho más que un repaso de clásicos: una experiencia sensorial, colectiva y profundamente emocional. Uno donde, más que escuchar un grito de desahogo y frustración, nos acompañó una sinfonía a la que era inevitable sacudir el cuerpo.

Una energía envolvente en cada acorde

Desde los primeros compases de “Don’t Fight It, Feel It”, la banda impuso un pulso envolvente. No fue una entrada explosiva, sino un descenso hipnótico hacia una dimensión sonora donde las guitarras impecables y la voz de Bobby Gillespie guiaron al público por un verdadero viaje astral. El recinto vibraba al unísono, con un público que no solo escuchaba, sino que se fundía con cada nota, coreando con devoción.

A medida que el concierto avanzaba, el repertorio se transformó en un recorrido por distintas etapas del grupo. “Jailbird” encendió la parte más rocanrolera del set, con su groove sucio y contagioso, mientras que “Loaded” desató uno de los grandes momentos de la noche: una explosión psicodélica donde luces, bajo y percusiones crearon un trance colectivo. Gillespie, en repetidas ocasiones, acercó el micrófono al público y soltó un cálido “Santiago, te quiero”, reforzando una conexión que ya era total.

La energía alcanzó su punto máximo con “Movin’ On Up”, himno espiritual que se sintió como una declaración de libertad. La interpretación fue luminosa, con todos los asistentes coreando y levantando los brazos al ritmo de un clásico que sigue sonando tan vital como hace tres décadas.

De concierto a misa

Pero el verdadero momento donde el concierto cambió de escenario a una misa se sintió con "Come Together". Tras una larga primera interpretación, las coristas se quedaron en absoluto silencio, solo existían las guitarras, teclados y percusiones en el ambiente. Todo esto, acompañado de un Bobby Gillespie mirando atentamente al público mientras realizaba una particular acción; sostener el micrófono hacia el público. En ese momento, ya no era un concierto de Primal Scream a lo que la gente asistía, sino a un espacio de comunión casi religiosa entre la banda y sus asistentes.

Finalmente, el cierre con “Rocks” fue un estallido de guitarras y euforia. La banda, sólida y vibrante, selló la noche con la fuerza de un grupo que, más allá de los años, mantiene intacta su esencia. Y es que esa mezcla de rock, soul y psicodelia  emblemática de Primal Scream transformó el Teatro Coliseo en una verdadera fiesta.

Una noche donde la música fluyó como un mantra colectivo en uno de los Opening Acts de Fauna Primavera. Donde cada canción, más que sonar, se sintió en el fondo del alma rockera de cada uno de los asistentes.


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