Paul McCartney sorprendió a la industria musical con una nueva publicación: una canción prácticamente muda incluida en un álbum colectivo.
Este álbum denuncia el uso no autorizado de obras protegidas por parte de empresas de inteligencia artificial (IA).
El disco, titulado Is This What We Want? (¿Es esto lo que queremos?), reúne pistas silenciosas de varios artistas británicos.
Buscan presionar al gobierno del Reino Unido para regular el entrenamiento de modelos de IA con música, imágenes y textos sin permiso.
La pista del ex Beatle solo contiene un leve siseo, ruidos indefinidos y un fundido final. Funciona como metáfora directa.
Si las tecnológicas siguen explotando obras sin autorización, la música original terminará "silenciada", según explicó The Guardian.
Un gesto que suma presión a un debate urgente
McCartney, hoy de gira por Norteamérica, se une a una campaña que ya apoyan figuras como Sam Fender, Kate Bush, Pet Shop Boys y Hans Zimmer.
Todos buscan frenar un eventual acuerdo entre autoridades británicas y empresas de IA que facilitaría el acceso masivo a material creativo para entrenar modelos algorítmicos.
El músico, de 83 años, ya había expresado públicamente su preocupación por el impacto de estas tecnologías en la creación artística.
"Tenemos que tener cuidado, porque podría descontrolarse y no queremos que eso ocurra", afirmó en declaraciones recogidas por la agencia español EFE.
Para McCartney, la principal amenaza recae en las nuevas generaciones. "Sobre todo para los jóvenes compositores y escritores. Para quienes quizá sea la única forma de labrarse una carrera. Si la IA acaba con eso, sería realmente lamentable".
La estructura de una canción… sin música
Pese a su aparente silencio, The Guardian asegura que la pieza de McCartney mantiene una narrativa clásica.
Un inicio con siseo de cinta, un desarrollo marcado por ruidos ambientales -como el crujir de una puerta o pasos- y un cierre que se disuelve lentamente.
Una construcción simbólica que refuerza el mensaje central del proyecto: sin protección legal, la creatividad humana se diluye.
La campaña llega en un momento decisivo para la industria cultural del Reino Unido, que busca proteger derechos de autor frente a modelos de IA cada vez más sofisticados y dependientes de grandes volúmenes de datos.
El debate ya cruza música, literatura, periodismo y artes visuales.
