James Cameron lanzó un dura crítica a Netflix en el podcast The Town, donde calificó como “podrido hasta la médula” el recurso de dar estrenos simbólicos en salas, una semana o diez días, únicamente para que las películas cumplan los requisitos de los Óscar.
El cineasta sostuvo que esa práctica vacía de sentido la experiencia teatral y dijo que, si Netflix pretende competir en la temporada de premios, debe garantizar “estrenos significativos”, al menos un mes en 2.000 salas, para que la candidatura tenga legitimidad.
La polémica llega en un momento decisivo:
Netflix es uno de los postores que compiten por parte de Warner Bros. Discovery y, según fuentes, presentó oferta en la ronda inicial que ahora obliga a la junta de WBD a pedir mejoras antes del 1 de diciembre.
La sola posibilidad de que Netflix controle un gigantesco catálogo cinematográfico reavivó temores en sectores de la industria sobre el destino de la ventana teatral.
James Cameron: la discusión no es teórica
Este mismo mes Netflix lanzó en salas limitadas títulos como "Frankenstein", "Train Dreams" y "Jay Kelly" con ventanas breves antes de su desembarco en streaming. Una táctica que Cameron considera “engaño para incautos”.
El streamer también programó el estreno limitado de "Wake Up Dead Man: A Knives Out Mystery" en salas a fines de noviembre. Con llegada global al catálogo el 12 de diciembre, ejemplificando el modelo criticado.
Desde la vereda del streaming, ejecutivos como Ted Sarandos han defendido que la industria debe adaptarse a hábitos de consumo que prefieren ver películas en casa. Una postura que Cameron citó como contradictoria frente a promesas posteriores de “más estrenos en cines”.
El choque de discursos revela una tensión central. ¿Preservar la sala como espacio artístico o priorizar el alcance y la inmediatez del streaming?
Mientras los consorcios (Paramount, Comcast/Universal y Netflix) ajustan ofertas por WBD, la industria observa si la posible concentración pondrá en juego no solo catálogos y mercados. Sino también el modelo de exhibición que define la propia idea de “cine”.
Para Cameron, la respuesta es clara. La supervivencia del cine pasa por defender ventanas teatrales que no sean meros requisitos para premios, sino una experiencia con sentido.
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