Hace exactamente 55 años, el 5 de noviembre de 1970, Led Zeppelin publicó en Estados Unidos el single “Immigrant Song”, editado por Atlantic Records, con la inesperada balada “Hey, Hey, What Can I Do” en la cara B.
Ese pequeño vinilo, uno de los pocos 45 rpm oficiales de la banda, rompió el molde. Un corte de apenas dos minutos y medio que condensó furia, mitología y un riff capaz de abrir cualquier estadio.
Led Zeppelin: la génesis del tema es casi cinematográfica
la banda había vuelto de una gira por Islandia en el verano de 1970 y el paisaje, “la tierra del hielo y la nieve”, activó en Robert Plant imágenes de vikingos, barcos y saqueos.
Jimmy Page clavó un F♯ cortante. John Bonham aportó la batería de galopada imparable. John Paul Jones subrayó con líneas ascendentes que empujan el estribillo.
El resultado fue una canción que suena como si toda una saga nórdica hubiese sido comprimida en un grito de garganta.
“Immigrant Song” encontró su lugar
Llegó al puesto n.º 16 en el Billboard Hot 100, consolidando a Led Zeppelin como una fuerza no solo de álbumes sino también de singles en el mercado estadounidense.
Curiosidades de los primeros discos. Algunas primeras prensadas llevan inscrita en el dead wax una frase atribuida a Aleister Crowley, un guiño esotérico que alimentó la leyenda alrededor del grupo.
La cara B, “Hey, Hey, What Can I Do”, vivió una suerte diferente. No apareció inicialmente en el LP y quedó como pieza codiciada por coleccionistas hasta que llegó a formatos digitales y compilaciones décadas después.
Esa dualidad A/B, un himno rudo y una balada más doméstica, muestra la amplitud del sonido de Zeppelin en 1970.
¿Qué hace que “Immigrant Song” siga vigente 55 años después?
Más allá del riff, su durabilidad viene de la economía expresiva, la imaginería poderosa y su capacidad para reactivarse en cine, series y covers que refrescan la canción para nuevas generaciones.
Hoy, cuando volvemos a escucharlo, no solo oímos un clásico: oímos el instante en que una banda consolidó su mitología.
