Pocos hábitos están tan arraigados en la vida cotidiana chilena como el de tomar té. En hogares, oficinas y reuniones familiares, esta bebida se ha convertido en sinónimo de pausa, conversación y bienestar.
Hoy, esa costumbre atraviesa una nueva etapa, impulsada por el interés en ingredientes naturales, mezclas aromáticas y productos que rescatan el arte de compartir.
Una costumbre que cruza generaciones
El té sigue siendo un símbolo de encuentro. Lo bebemos en la mañana, a media tarde o al caer la noche, adaptándose a cada ritmo de vida. Lejos de desaparecer, esta tradición ha sabido renovarse: nuevas generaciones están redescubriendo su valor, explorando sabores como el té verde, el chai o las infusiones de hierbas, sin abandonar el clásico té negro que domina las preferencias nacionales.
Según cifras de Global Tea Auction, Chile se mantiene como el mayor consumidor de té de América Latina, con un promedio de 1,19 kilos por persona al año, lo que lo sitúa en el puesto 14 a nivel mundial. Una posición que confirma lo que ya sabemos: aquí el té no es una moda, sino parte de la identidad cultural.
Un mercado en expansión global
El auge no se limita a nuestro país. De acuerdo con Research and Markets, la industria mundial del té alcanzará los US$91,98 mil millones en 2030, gracias al crecimiento sostenido del consumo en Asia, Europa y América Latina.
La búsqueda de alternativas naturales frente a las bebidas procesadas ha impulsado esta expansión, y Chile forma parte de esa tendencia.
Sabha: tradición, conexión y diseño local
En este contexto, la empresa chilena Caso y Cía lanzó Sabha, una línea que une tradición y modernidad con mezclas como té negro, verde, chai, Earl Grey y populares infusiones de manzanilla y menta. “Queríamos ofrecer un producto que reflejara lo que significa el té en Chile: un momento de conexión. Sabha significa reunión, compartir, vínculo humano”, comenta Indra Ribalta, jefa de Marketing de la marca.
El desarrollo del proyecto tomó más de dos años, con pruebas y formulaciones para encontrar el equilibrio perfecto entre aroma, cuerpo y naturalidad. El té proviene de Sri Lanka, una región reconocida por su calidad, y cada variedad fue seleccionada pensando en los hábitos del consumidor chileno.
Entre lo cotidiano y lo esencial
El crecimiento del consumo de té también responde a una tendencia global hacia experiencias más conscientes y sostenibles. Envases reciclables, mezclas naturales y momentos de calma son hoy parte del ritual. En un país que lo adoptó como parte de su identidad, el té sigue reinventándose sin perder su espíritu.
Como resume Ribalta: “Cada taza es una pausa para reconectar. Entre tradición y cambio, el té sigue siendo un puente entre personas, generaciones y formas de vivir el presente”.
