Un hito legislativo ligado directamente a la identidad cultural chilena se concretó este martes en el Congreso.
La Cámara de Diputados y Diputadas aprobó por una amplia mayoría, 126 votos a favor y solo tres abstenciones, el proyecto de ley que busca reconocer oficialmente al vino y al pisco como bebidas nacionales de Chile, una iniciativa que ahora continuará su tramitación en el Senado.
Un reconocimiento a la historia y al patrimonio productivo
El proyecto, surgido desde una moción parlamentaria, sostiene que las naciones suelen contar con expresiones patrimoniales que refuerzan su identidad. Entre ellas se encuentran emblemas, danzas, flores y bebidas que se transforman en símbolos colectivos. En ese sentido, el texto argumenta que, aunque actualmente la Constitución reconoce algunos de estos elementos, existe espacio para ampliar este acervo e incorporar a dos productos que acompañan la historia y la proyección internacional del país: el vino y el pisco.
La propuesta establece que será el Ministerio de Agricultura el organismo responsable de fomentar, difundir y publicitar estas bebidas como parte esencial del patrimonio material e inmaterial chileno. Esto implica impulsar políticas públicas, campañas educativas y acciones de promoción nacional e internacional, siguiendo modelos ya implementados en países vecinos.
El peso del vino en la economía y la identidad chilena
El informe destaca especialmente el rol del vino como símbolo nacional. Más allá de su presencia cotidiana en celebraciones y tradiciones, su industria constituye un motor económico para Chile: genera empleo agrícola, con fuerte presencia femenina, descentraliza actividad productiva y proyecta la marca país en el exterior. En términos comerciales, Chile mantiene una posición de liderazgo global, ubicándose en el cuarto lugar mundial de exportaciones después de Italia, Francia y España.
El pisco: una tradición con sello propio
Aunque el texto profundiza más en la vitivinicultura, también releva la importancia del pisco como producto con denominación de origen. Este, asociado a zonas emblemáticas del norte chileno, cuya historia y técnica productiva forman parte de la identidad de regiones como Coquimbo y Atacama.
De avanzar en el Senado, Chile sumará oficialmente a dos de sus bebidas más representativas al catálogo de símbolos nacionalmente reconocidos, reforzando una tradición que no solo se bebe: también se hereda, se trabaja y se proyecta al mundo. ¿El siguiente brindis? Podría ser, oficialmente, por Chile.
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