El 19 de noviembre de 2015, David Bowie presentó Blackstar, el primer adelanto de su álbum del mismo nombre y la última gran declaración artística de su carrera.
El single, estilizado como "★", marcó el inicio de una despedida que el músico británico construyó con precisión, misterio y una carga simbólica. Esta sigue generando interpretaciones una década después.
Un sonido experimental y una composición arriesgada
Bowie creó Blackstar junto al productor Tony Visconti y a un grupo de músicos vinculados al jazz contemporáneo, entre ellos el saxofonista Donny McCaslin.
La canción nació como una pieza de once minutos, pero Bowie la redujo a 9:57 para evitar problemas de publicación en plataformas digitales. Quedó como la segunda más extensa de su discografía, solo detrás de Station to Station.
El resultado mezcló art rock, nu jazz y elementos del avant jazz.
El propio Visconti describió el tema como "una canción de ciencia ficción". Fue construida con un ritmo cercano al drum and bass. Además, tiene melodías inspiradas en canto gregoriano y cambios de compás que rompen cualquier estructura clásica.
En su tramo central, la pieza muta hacia una sección lenta con un solo de saxofón. Este funciona como un puente emocional dentro de la obra.
El single debutó el mismo día que fue liberado el álbum. Además, abrió la serie televisiva The Last Panthers, reforzando su tono oscuro y cinematográfico.
Un videoclip cargado de simbolismos
El video de Blackstar, dirigido por Johan Renck, funciona como un cortometraje surrealista de diez minutos.
Allí aparece una mujer con cola que encuentra a un astronauta muerto y lleva su cráneo adornado con joyas hacia una ciudad extraña, mientras los huesos del traje flotan en un agujero negro.
Al mismo tiempo, un grupo de mujeres realiza un ritual con ese cráneo como objeto central.
Bowie interpretó tres personajes diferentes: el ciego "Button Eyes", un “tramposo extravagante” y un sacerdote que sostiene un libro marcado con una estrella negra.
Renck explicó que ambos trabajaron con numerosas referencias, entre ellas la obra de Aleister Crowley y la animación clásica de Popeye, cuyas poses repetitivas inspiraron la coreografía de los bailarines del ático.
El director evitó confirmar si el astronauta representaba a Major Tom, aunque muchos fans lo asumieron así.
Sí comentó que Bowie reflexionaba sobre su propia mortalidad durante el proceso creativo. Esta lectura tomó más fuerza tras su muerte en enero de 2016.
McCaslin añadió que el músico mencionó una "vela solitaria" como guiño al Daesh, aunque su portavoz negó cualquier relación con la situación política del Medio Oriente.
La última gran obra antes del adiós
Blackstar solo alcanzó el número 129 en el Reino Unido, pero su relevancia artística superó cualquier ranking.
Para muchos seguidores, la canción abrió el camino hacia un álbum que Bowie transformó en un mensaje final, construido entre metáforas, simbolismos y un sonido que llevó su inquietud creativa al límite.
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