El 21 de octubre de 1985, el grupo escocés Simple Minds lanzó Once Upon a Time, su séptimo álbum de estudio.
Este trabajo no solo se convirtió en uno de los discos más representativos de su carrera, sino que también redefinió por completo el sonido de la banda, llevándola de las atmósferas experimentales del post-punk a un enfoque de pop-rock accesible, ideal para los grandes estadios.
El éxito fue inmediato y rotundo. En solo dos meses, el álbum vendió más de dos millones de copias, alcanzó el número uno en el Reino Unido y se posicionó en el Top 10 de Estados Unidos (puesto diez en el Billboard 200).
Gran parte de esta transformación se la deben al productor Jimmy Iovine.
El "factor Iovine": voces más enérgicas y sonido agresivo
La banda reclutó al productor Iovine, reconocido por sus trabajos con Bruce Springsteen y Stevie Nicks, así como con U2.
Iovine aportó un sonido más agresivo, basado en la guitarra, que contrastaba con las texturas más etéreas de los primeros discos de Simple Minds.
Iovine también impulsó al líder Jim Kerr a cambiar su estilo vocal. Él "instó al líder Jim Kerr a ofrecer voces más enérgicas", llevando la voz de la banda al frente de la mezcla, dándole un peso épico y comercial.
El álbum incluyó sencillos que se convirtieron en éxitos mundiales, como Alive and Kicking, All the Things She Said y Sanctify Yourself.
Aunque la canción Don't You (Forget About Me) los hizo famosos en Estados Unidos poco antes, la banda no incluyó ese hit en el álbum, ya que Kerr y los músicos grabaron el tema a regañadientes y no lo consideraron digno de estar en su nuevo trabajo de estudio.
Once Upon a Time marcó la entrada de John Giblin como bajista, reemplazando a Derek Forbes, quien dejó la banda después de grabar el single para la banda sonora de The Breakfast Club.
Para conmemorar las cuatro décadas del trabajo, la banda escocesa lanzó una edición Super Deluxe de Once Upon a Time, celebrando el álbum que definió su transición hacia el pop-rock mundial de los años 80.
