Rick Partiff no solo fue el hombre de la Telecaster blanca y la sonrisa de bar. Fue un latido constante del sonido de Status Quo, la máquina que convirtió la escala de do y el riff repetido en himnos de estadio. Nacido en Woking el 12 de octubre de 1948, su vida y carrera confluyeron en una lección sencilla: el rock puede ser oficio y, también, compañía.
Su marcha, la noche del 24 de diciembre de 2016, dejó un silencia en la gira eterna del grupo y un proyecto inconcluso. "Over and Out", un álbum que Parfitt alcanzó a grabar parcialmente y que fue completado por colaboradores y familia. Entrando incluso en los charts como un cierre íntimo a su historia creativa. Ese disco, junto con la placa azul instalad en Woking, funcionan hoy como dos señaladores. Uno musical, otro físico, de su legado.
Rick Partiff detrás del escenario
A diferencia de la crónica habitual de obituarios y listados de éxitos, conviene mirar al músico detrás del escenario. Un joven de campamentos de verano que aprendió guitarra a los 11 años, que sufrió los excesos de la carretera y que, pese a todo, mantuvo una conexión sincera con su audiencia. Es esa cercanía la que explica por qué, cada cierto aniversario, las búsquedas y las conversaciones vuelven a encenderse. Parfitt es memoria colectiva de noches de pub y festivales, no una mera línea en una biografía.
Desde la Fender que se hizo imagen hasta las anécdotas de su “salida” del escenario por problemas de salud, la narrativa de Parfitt condensa el precio y la generosidad del rock. Entregarse en directo a cambio de pequeñas transmisiones de felicidad para el público. Hoy, a pocas horas de lo que habría sido su 77º cumpleaños, bandas y guitarristas jóvenes siguen citando su pulso rítmico como escuela de trabajo. No solo cómo tocar, sino cómo sostener un groove durante tres minutos y convertirlo en algo inolvidable.
Si hay un motivo por el que vale la pena recordar a Parfitt más allá de la nostalgia, es este: su obra plantea una pregunta práctica a nuevos músicos, y a la industria, sobre la durabilidad del oficio en un mundo que cambia rápido. Sus riffs sencillos suenan hoy como una respuesta: la música popular, cuando es honesta y constante, atraviesa generaciones.
