Cuando “Funeral” apareció, rápidamente se habló de él como una obra deslumbrante y de Arcade Fire como la gran esperanza del indie rock.
No se trataba de un género rígido, sino de una actitud abierta que recuperaba la esencia de figuras antes cuestionadas por la escena alternativa de los noventa, como Bruce Springsteen o incluso U2, y que al mismo tiempo incorporaba raíces folk con un estilo expansivo. Cada arreglo parecía buscar sumar un instrumento más para elevar la intensidad y la emoción.
La prensa especializada lo elevó de inmediato. Pitchfork, referente de la cultura indie, le otorgó un 9,7. David Bowie regresó a los escenarios para compartir canciones con la banda y sus presentaciones en vivo comenzaron a vivirse como auténticos hitos. Su sonido empezó a aparecer en películas, series y campañas publicitarias, mientras otros grupos intentaban replicar su estilo.
Con el paso de los años, los festivales se inundaron de coros multitudinarios y arreglos grandilocuentes, y al cerrar la década, “Funeral” fue reconocido como uno de los álbumes más influyentes junto a “Kid A” de Radiohead y “Is This It” de The Strokes.
Con el tiempo, la narrativa dio un giro. Tras una trilogía inicial impecable, Arcade Fire comenzó a generar cuestionamientos con “Reflektor” (2013), un álbum que merece una relectura más justa, y terminó de acentuar las dudas con “Everything Now” (2017) y “We” (2022), discos que no lograron alcanzar el nivel de grandeza que la banda había mostrado en sus primeras obras.
Disco generacional: cómo “Funeral” marcó a toda una generación indie
El contexto cultural también se transformó: Pitchfork adoptó el poptimismo y muchas de las bandas indie que surgieron a comienzos de los 2000 no lograron el impacto masivo que en su día consiguió Nirvana en los noventa. “Funeral” y Arcade Fire quedaron marcados como un producto de su época.
Un factor decisivo en el cambio de percepción sobre Arcade Fire fueron las acusaciones dirigidas a su vocalista, Win Butler. La banda había construido una imagen casi familiar, distinta al estereotipo del rock, y esa ilusión se quebró de golpe, como si se revelara un engaño. Parte de la grandeza de “Funeral” residía en su honestidad emocional: transmitía rabia sin cinismo, con himnos que rozaban lo grandilocuente pero resultaban creíbles. Esa autenticidad se vio erosionada tras las denuncias contra Butler, aunque sería injusto cargar la obra con las sombras de su autor. La historia del arte está repleta de ejemplos en los que las creaciones trascienden ampliamente a quienes las hicieron posibles.
El legado de "Funeral"
En el plano musical, “Funeral” empezó a tomar forma cuando la alineación inicial de Arcade Fire se expandió más allá del núcleo de Win Butler y Régine Chassagne. A ellos se sumaron Richard Reed Parry, Tim Kingsbury, Howard Bilerman y el propio Will Butler, hermano menor de Win. Un papel decisivo lo tuvieron también Owen Pallett y Sarah Neufeld, cuyos arreglos de cuerdas, interpretados por ellos mismos, aportaron una riqueza y una profundidad sonora que terminaron de definir la identidad del álbum.
Poco antes de iniciar la grabación, varios familiares de los integrantes de la banda fallecieron, entre ellos Alvino Rey, abuelo de Win y Will Butler. Estas pérdidas marcaron profundamente el espíritu del álbum y fueron determinantes para elegir su nombre definitivo: “Funeral”.
Aunque “Funeral” no se presenta como un álbum conceptual al uso, sí mantiene un hilo narrativo evidente, especialmente en la suite de cuatro canciones de “Neighbourhood”, que relata a niños atrapados en la nieve mientras comienzan a confrontar las mentiras del mundo adulto. Temas como el paso a la madurez, la pérdida de la inocencia, la fragilidad de la vida y la muerte atraviesan el disco. Pero irónicamente, este enfoque sobre la mortalidad lo hace sonar más intenso y vital que nunca.
