Los restos óseos encontrados en una propiedad del barrio porteño de Coghlan, donde años atrás vivió el músico Gustavo Cerati, fueron identificados como pertenecientes a Diego. Un adolescente de 16 años desaparecido en julio de 1984.
El hallazgo se produjo el pasado 20 de mayo, cuando una medianera colapsó durante obras en un terreno ubicado en avenida Congreso 3748. En el lugar, que décadas después sería alquilado por Cerati entre 2002 y 2003, trabajadores encontraron 150 fragmentos óseos que dieron pie a una investigación liderada por la Policía Científica y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). En esta nota, te contamos todos los detalles.
Los restos hallados en la exvivienda de Gustavo Cerati
Los estudios confirmaron que el cuerpo presentaba una puñalada letal en la cuarta costilla derecha. Además de cortes en brazos y piernas que evidencian un intento fallido de descuartizamiento con un serrucho. La fosa donde fue enterrado tenía solo 60 centímetros de profundidad, lo que sugiere una sepultura improvisada y apresurada.
Junto a los restos se hallaron objetos personales que resultaron clave para su identificación. Una suela de zapato talla 41, un corbatín escolar azul, un llavero naranja, un reloj Casio con calculadora de 1982, y una moneda japonesa de 5 yenes, usada en la época como amuleto.
La identidad del adolescente fue confirmada tras una prueba de ADN realizada a su madre. Por decisión de la familia, solo se reveló su primer nombre: Diego. Su desaparición ocurrió el 26 de julio de 1984. Aquel día, regresó del colegio, almorzó en casa y luego pidió dinero para visitar a un amigo. Se vio por última vez esa misma tarde en la esquina de Naón y Monroe, en Belgrano, a pocas cuadras de su hogar.
Esa noche, sus padres intentaron denunciar su desaparición en la comisaría 39. Pero la denuncia no fue tomada. Según relataron posteriormente, la Policía descartó el caso, insinuando que “se había ido con una chica”. Diego estudiaba en la ENET Nº 36 y jugaba al fútbol en Excursionistas. La familia mantuvo su habitación intacta durante todos estos años.
En mayo de 1986, casi dos años después, su padre Juan Benigno logró publicar una entrevista en la revista ¡Esto!, del diario Crónica, donde expresó su frustración ante la falta de avances. “Desde el primer momento lo caratularon como fuga del hogar. Me negué, pero fue en vano”, dijo entonces. Juan falleció más tarde en un accidente de tránsito, convencido de que su hijo fue secuestrado por una secta.
La conexión detrás
La posible conexión con Diego surgió gracias a un sobrino, quien al leer noticias sobre los restos hallados en la exvivienda de Cerati ató cabos con la historia familiar. La edad estimada, el tipo de objetos encontrados y la complexión física del cuerpo lo llevaron a sospechar, sospecha que resultó acertada.
El caso quedó en manos del fiscal Martín López Perrando. Aunque se presume que el crimen estaría prescripto por el paso del tiempo, la investigación continuará para esclarecer lo ocurrido. Como primer paso, se espera citar a declarar a quienes residían en la vivienda contigua (Congreso 3742) en 1984: una mujer de edad avanzada y sus dos hijos, de apellido Graf.
Aunque Gustavo Cerati no tiene relación alguna con el hecho, su vínculo con la casa permitió una mayor difusión del caso, lo que resultó clave para cerrar un capítulo de dolor que llevaba más de 40 años sin respuesta. Ahora, tras identificar a Diego, la justicia deberá enfrentar una nueva incógnita: quién lo mató y por qué.
