El 12 de agosto tiene un lugar especial en el calendario de los melómanos: es el Día Internacional del Disco de Vinilo. Fecha que conmemora el lanzamiento de los primeros ejemplares de este formato que, desde mediados del siglo XX, transformó la manera de escuchar música.
Con su sonido cálido y profundo, el vinilo se convirtió en sinónimo de calidad y coleccionismo. Su llegada desplazó al frágil disco de goma laca, ofreciendo más durabilidad, capacidad y fidelidad sonora. Durante décadas fue el rey indiscutible en hogares, radios y estudios, acompañado de un elemento inseparable: el tocadiscos.
Aunque en los noventa cedió terreno frente a la era digital, el vinilo ha regresado con fuerza. Hoy atrae tanto a nostálgicos que vivieron su apogeo como a jóvenes que buscan una experiencia distinta al streaming. Este renacer se traduce en reediciones de clásicos, lanzamientos de artistas actuales y un creciente mercado para coleccionistas y DJs. En esta nota, te contamos el origen del Día Internacional del Disco de Vinilo.
Un lenguaje universal en 33 revoluciones
En su formato más famoso, el LP de 33 1/3 rpm, el vinilo conquistó el mundo. Además de su sonido, ofrecía un espacio generoso para el arte gráfico: las portadas se convirtieron en lienzos donde músicos y diseñadores creaban imágenes icónicas. Escuchar un disco era un ritual que incluía abrir la funda, colocarlo en el plato y dejarse llevar por cada cara sin interrupciones.
En América Latina, este soporte también tuvo un rol fundamental, llevando la música local más allá de las fronteras y conectando al público con tendencias internacionales que llegaban en maletas de viajeros, músicos y melómanos.
Caída y resurgimiento
La irrupción del CD y la música digital redujo drásticamente su producción. Muchas plantas cerraron y las colecciones pasaron a acumular polvo. Pero a partir del siglo XXI, el vinilo volvió a girar: su valor como objeto, su estética y su experiencia sensorial lo convirtieron en un formato de culto.
Para sus seguidores, no se trata solo de escuchar música, sino de todo un ritual: sentir el peso del disco, apreciar el diseño de la portada, percibir el aroma del cartón, escuchar el leve crujido previo a la aguja y hacer una pausa para cambiar de cara.
Curiosidades que lo hacen eterno
El vinilo es duradero: con un buen cuidado puede sonar impecable durante décadas. Su reproducción ofrece un rango dinámico y una calidez “orgánica” difícil de replicar en otros formatos. Además, el coleccionismo le da un valor añadido, con ejemplares raros o ediciones limitadas que alcanzan precios astronómicos en subastas.
Los hay en colores translúcidos, marmoleados o incluso con formas inusuales, lo que aumenta su atractivo. Y cada 12 de agosto, ferias, festivales y tiendas especializadas celebran su legado con exhibiciones, intercambios y actividades que reúnen a veteranos melómanos y a curiosos que descubren en él una alternativa artística frente al consumo digital masivo.
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