Este fin de semana se conmemoran 39 años de uno de los momentos más importantes en la historia del rock: los dos conciertos que la banda británica Queen ofreció en el estadio de Wembley en Londres, el 11 y 12 de julio de 1986.
Estos espectáculos, parte de la gira Magic Tour, no solo marcaron un hito en la trayectoria del grupo, sino que también se consolidaron como la última gira de la banda con su formación original y su carismático líder, Freddie Mercury.
Ambas noches, el estadio de Wembley, con una capacidad para más de 70.000 espectadores, se encontraba repleto de fanáticos.
El show del sábado 12 de julio se grabó y filmó, dando lugar al famoso álbum y video en vivo Queen Live at Wembley Stadium, un material que hasta el día de hoy sigue siendo una referencia obligada para entender el poder de la banda en directo.
Desde el primer acorde de One Vision hasta el explosivo y emotivo final con We Will Rock You y We Are the Champions, cada momento del concierto fue una exhibición de talento.
La banda, compuesta por Brian May en la guitarra, John Deacon en el bajo y Roger Taylor en la batería, sonó impecable, creando una base perfecta para su vocalista.
Freddie Mercury: el protagonista absoluto de la noche
Sin embargo, lo que realmente elevó estos conciertos a la categoría de leyenda fue la magnética presencia de Freddie Mercury. El icónico vocalista se convirtió en el epicentro de la atención, cautivando a la multitud con su carisma, su energía y una voz inigualable. Vestido con su ya mítica chaqueta militar amarilla, Mercury demostró por qué se le considera como uno de los mejores intérpretes de la historia del rock.
Uno de los momentos más recordados de la noche fue su famosa improvisación vocal con el público. Un juego de llamado y respuesta que demostró su absoluto control del escenario y su conexión única con los miles de asistentes.
Su interpretación de clásicos como Bohemian Rhapsody, Radio Ga Ga —con todo el estadio aplaudiendo al unísono— y Under Pressure fue una demostración de su poderío escénico.
A casi 40 años de aquel show, Live at Wembley no ha perdido fuerza: sigue siendo una obra que emociona tanto a nuevas generaciones como a quienes vivieron aquella época. Y aunque los años pasen, la imagen de Freddie Mercury levantando los brazos frente a un estadio rugiente sigue siendo uno de los momentos más electrizantes que el rock ha dado.