Un nuevo estudio basado en datos de la misión GRAIL ha revelado una inesperada asimetría en el interior de la Luna. Mientras su lado visible responde con mayor flexibilidad a la atracción gravitacional de la Tierra, el hemisferio oculto se mantiene más rígido, un contraste que ha dejado perplejos a los científicos.
Durante siglos, la humanidad solo ha podido observar una cara de la Luna. Sin embargo, ahora sabemos que esta división no es solo superficial: también se refleja en su estructura interna. El hallazgo, liderado por investigadores del Jet Propulsion Laboratory y publicado en Nature, podría modificar profundamente nuestra comprensión del satélite natural.
El equipo examinó datos de la misión GRAIL (2011-2012), enfocándose en el “Love number”, un indicador que muestra cuánto se deforma un cuerpo ante una fuerza gravitacional. Para sorpresa de los investigadores, este valor resultó ser un 72% más alto que lo que se esperaría si el interior lunar fuera simétrico. Ryan Park, líder del estudio, confesó que los resultados fueron tan inesperados que debieron revisar millones de parámetros antes de confirmarlos. En esta nota, te contamos todos los detalles.
¿Cuál sería la causa de esta diferencia?
La clave podría estar en la composición del manto lunar. El lado visible contiene mayores concentraciones de torio, un elemento radiactivo que genera calor. Ese calor extra habría provocado que esa zona se ablande con el tiempo, haciéndola más susceptible a las fuerzas gravitacionales.
Esta desigual distribución térmica no solo afecta la estructura interna: también explicaría las diferencias geológicas entre ambos hemisferios. Mientras el lado visible presenta vastas planicies volcánicas (los mare), el lado oculto, más frío y duro, está dominado por montañas y cráteres.
Aunque las diferencias superficiales ya eran conocidas, este estudio es el primero en vincularlas con un origen estructural profundo y medible. Para la comunidad científica —y especialmente para la NASA— este avance marca un punto de inflexión en el estudio lunar.
Ahora se sabe que la Luna no solo tiene dos caras en apariencia, sino que esa dualidad se extiende hasta sus entrañas. Comprender este desequilibrio interno podría ser clave para descifrar cómo se formó el satélite y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo.
