La clásica silla con ropa acumulada, presente en incontables dormitorios, ha dejado de verse solo como un gesto de pereza o desorden. Según diversos expertos en salud mental, organización y diseño, este comportamiento cotidiano puede ser una manifestación funcional, emocional o incluso neurológica.
Más que desorden: lo que revela la pila de ropa en la silla
Diversos expertos analizan este comportamiento, conocido popularmente en inglés como "chairdrobe" (la silla-armario) o "floordrobe" (el armario-suelo).
Joseph Ferrari, psicólogo de la DePaul University, vincula el hábito con la procrastinación. A su juicio, representa "una tarea pendiente que no se concluye", pero también ofrece una falsa sensación de progreso o control visual. El simple hecho de mover la ropa de un lugar a otro, sin guardarla, activa el "ciclo de la indecisión", donde nada se completa del todo.
Desde la neurociencia ambiental, Sally Augustin señala que centralizar el desorden en un solo punto, como una silla, puede ayudar a reducir la ansiedad visual que provoca el caos disperso. Sin embargo, advierte que si este patrón se repite sin control, podría ser un signo de dificultades más amplias en la gestión de rutinas diarias.
Emma Kenny, psicóloga citada por Men's Health, añade una dimensión emocional: algunas personas mantienen esas prendas visibles como símbolo de resistencia al cambio. Las piezas de ropa representan etapas de vida, recuerdos o identidades que se niegan a soltar.
Adaptaciones a la vida urbana y desafíos cognitivos
En el plano práctico, el diseñador de interiores Christopher Boutlier observa que este hábito puede adaptarse a los ritmos modernos. La silla con ropa se transforma en un centro de operaciones doméstico. Así lo usa Debora Crossley, quien afirma que le permite visualizar rápidamente las tareas del día.
Desde la organización del hogar, Patric Richardson sugiere que, bajo un uso consciente, puede ser incluso útil para evitar lavados innecesarios de ropa semilimpia. La clave está en mantenerlo como sistema funcional, no como abandono del orden.
La diseñadora Simone Giertz fue más allá y creó una silla especial para colgar ropa semilimpia, con un respaldo rotatorio que permite ocultarla. “Está pensada para días normales, no ideales", explicó a Apartment Therapy.
¿Y si tiene que ver con el TDAH?
El medio HuffPost aborda el vínculo entre este hábito y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), donde el "floordrobe" puede reflejar un desajuste en las funciones ejecutivas del cerebro.
Jeff Rice, coach de TDAH, junto a psicólogos como Billy Roberts y Rachael Bloom, explican que no se trata de pereza. Más bien, es el resultado de fallas en la priorización de tareas, ceguera temporal frente al entorno y sobrecarga sensorial. En muchos casos, ordenar no figura como una prioridad clara o inmediata.
Así, esa silla con ropa puede ser mucho más que un simple descuido: refleja estrategias, emociones o desafíos que vale la pena entender antes de juzgar.
