Tras la muerte del Papa Francisco, confirmada este lunes, el Vaticano activó el estricto protocolo que rige la elección de su sucesor. El proceso, que ha permanecido prácticamente inalterado por más de 800 años, comenzará oficialmente con la organización del cónclave, un evento reservado exclusivamente para los cardenales electores menores de 80 años.
La primera etapa se inicia con la verificación formal del fallecimiento del Papa por parte del camarlengo, figura encargada de administrar temporalmente la Santa Sede. Posteriormente, el cuerpo del pontífice será expuesto en la Basílica de San Pedro para que los fieles puedan rendirle homenaje. Luego se celebrará una misa fúnebre presidida por el Decano del Colegio de Cardenales, dando inicio a los preparativos del nuevo cónclave.
Las reglas del Cónclave
El reglamento establece que este debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento. Durante ese tiempo, se convoca a los cardenales con derecho a voto, quienes asistirán a una misa especial antes de encerrarse en la Capilla Sixtina, donde tendrán lugar las votaciones.
El método de elección es riguroso: los cardenales pueden votar hasta cuatro veces por día y se necesita una mayoría de dos tercios para consagrar al nuevo pontífice. Si no se logra un consenso después de 33 votaciones, la norma permite elegir entre los dos candidatos más votados en la ronda anterior. Cada votación es seguida por una señal visual desde la chimenea del techo: humo negro indica que no se ha llegado a una decisión; el esperado humo blanco anuncia que hay nuevo Papa.
Una vez elegido, el nuevo obispo de Roma debe aceptar el cargo y elegir su nombre papal. El anuncio se hace público desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro con la tradicional frase: Habemus Papam.
La votación también sigue normas estrictas de organización interna. Nueve cardenales, elegidos al azar, cumplen funciones específicas: tres actúan como escrutadores, tres recogen los votos y otros tres los revisan. Así, bajo uno de los protocolos más antiguos y solemnes del mundo, la Iglesia Católica se prepara para escribir una nueva página en su historia.
