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¿Te gusta leer en el baño? ¿Es una buena o mala idea?

Todos tenemos un lugar favorito para leer. Incluso puede ser que algunos no lo hagan tan a menudo, pero cuando están sentados en el trono pueden leer hasta las etiquetas del shampoo y extrañamente parecen ser muy entretenidas.

En una nota del periódico El País, recogieron el trabajo del escritor Henry Milller en el ensayo Leer en el Retrete, quien no consideraba al baño como un lugar propicio para la lectura. Sin embargo su vida cambió en uno de ellos, cuando sus jefes lo despidieron de un trabajo por pillarlo leyendo a Nietzsche a escondidas.

El escritor estadounidense habla en extenso sobre los hábitos de lectura, donde ataca a los que "mitifican tanto la lectura como para leer en el baño, pero también a aquellos que sólo la leen para entretenerse": "Almanaques, revistas ilustradas, historias de detectives, thrillers, meros flecos de la literatura, eso es lo que la gente se lleva al cuarto de baño para leer", asegura.

De acuerdo a esta nota existe un verdadero fenómeno de los toilet books (libros para el baño): "Se ha convertido en casi un subgénero editorial: libros que normalmente uno no compra sino que se le regalan, centrados en la divulgación científica liviana, o que ofrecen un enfoque cómico sobre un tema muy sesudo. Fragmentados, para leerlos ocasionalmente: enciclopedias abreviadas y listas de todo tipo (incluida la de libros que leer, incluso en el retrete, antes de morir)".

Si nos vamos a los datos, de acuerdo a un estudio realizado en Israel, el 50% de esa población leía con frecuencia en el baño y también que se disminuía el estreñimiento, pero aumentaban los casos de hemorroides.

(Vía El País)


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